Luego de una pausa obligada para reparar los daños de mi casa rodante, el vehículo pudo enfrentar con dignidad el primer viaje y espero que aguante mucho más tiempo, porque mi última etapa todavía es distante: la Sicilia.
La partida fue inaugurada con un encuentro especial: las señoras “Mondinas”[1] de Novi me invitaron al almuerzo del primero de mayo en una hermosa casa en el campo, en la localidad de Novi di Modena (MO). Una ocasión muy especial y afortunada (para mí), ya que la fiesta fue organizada para reemplazar un concierto cancelado. De la serie “no hay mal que por bien no venga”: el Camino de la Música pudo así entrar en el alma de este grupo de mujeres, en vez de observarlas solamente en una exhibición para el público desde un escenario.
Ni bien estaciono la casa rodante, me sirven el primer plato de tallarines a la boloñesa en una mesa decorada con claveles rojos y con por lo menos 50 personas, todas amigas desde el primer momento. Entre un canto y el otro me fui del lugar a las once de la noche.
El coro de las mondine de Novi está compuesto hoy en día por aproximadamente 20 mujeres. Solamente pocas de ellas fueron mondine o mondariso, mujeres que en el periodo de verano emigraban hacia la llanura del Piemonte para pasar 40 días agachadas con las piernas sumergidas en el barro, a plantar el arroz. Partían en tren, más de doscientas mujeres, venían de Modena, Ferrara y otras ciudades de la Emilia (pero también de otras regiones de Italia), amontonadas en vagones para el ganado, hacia una aventura que no iba a dejar la marca solamente en su físico, sino también en su experiencia de mujer de aquella época.
La experiencia de la monda, por un lado cargaba a la mondina de una gran responsabilidad, considerando que el sueldo que lograba juntar (900 Liras y un quilo de arroz al día en el año 1947) representaba una subsistencia no indiferente para toda la familia; Silva me cuenta que nunca podrá olvidarse del sufrimiento que sintió cuando recibió el telegrama de la muerte de su querida abuela, que fue enviado directamente a la arrocera, con la recomendación de quedarse ahí de todas formas, para poder llevar a casa la entera campaña. Por otro lado, la monda permitía a la mondina muy joven salir del núcleo familiar, en el que muchas veces estaba limitada o de todas formas no era independiente. Para muchas mondinas la idea de irse de casa por un tiempo y contribuir a la economía familiar representaba una aventura importante, llena a veces de expectativas de ensueño y pueriles. Pero la vida de la mondina (como veremos en el video) no era para nada “mondana”.
Los cantos de las mondine transmiten la pasión de las mujeres que vivieron compartiendo un sufrimiento. Y es justamente la participación que convierte a las mondine en un grupo fuerte. Verlas cantar provoca una fuerte emoción, porque somos capaces de percibir algo que va más allá del simple recuerdo de una experiencia vivida. Las expresiones de las mondine “originales” coinciden de hecho con las “nuevas llegadas”, mujeres que seguramente no participan en la monda, pero que enfrentan tenazmente los arrozales de nuestros días.
De esta forma el grupo se multiplica y se llena de mujeres, hijas de mondinas, o de chicas jóvenes que no tienen ningún vínculo con el arroz. Como Margherita, muy joven, que participa desde hace poco tiempo en el grupo, pero ya muy preparada en los cantos porque necesita cantar. Y Giulia, sabia directora y fuente de estimulo para el coro, que tiene la tarea de comprender, reinterpretar y transmitir el significado de esta historia particular, que es la historia de este grupo.
Lidia, que en los años ’40 estaba en los arrozales, me mostró una agenda de los conciertos del coro, que podría provocar la envidia de un divo del rock. Muchas veces, mujeres como ella enfrentan viajes también muy largos, para trasmitir a públicos extranjeros vibraciones muy emotivas, llenas de pasiones compartidas y sobretodo muy actuales.
Agradecimientos: TODAS LAS MONDINAS, Elena Parasiliti (directora del periódico Terre di Mezzo), que pasó un día junto con el Camino de la Música, Nicola Leonardis (foto n. 1 y 2)
[1]Las mondine, (del verbo italiano mondare, limpiar) era una trabajadora de temporada en los arrozales. (N.d.T).
Luego de una pausa obligada para reparar los daños
El coro de las mondine de Novi está compuesto hoy en día por aproximadamente 20 mujeres. Solamente pocas de ellas fueron mondine
La experiencia de la monda, por un lado cargaba a la mondina de una gran responsabilidad, considerando que el sueldo que lograba juntar 
Los cantos de las mondine transmiten la pasión de las mujeres que vivieron compartiendo un sufrimiento.
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